martes, 7 de junio de 2011

UNA VIDA PARA COLOREAR

Escribe: Nerea Esteche
Buenos Aires, Argentina


Personas con ejemplos de lucha se encuentran en muchos lados, Antonella Semaán es una de ellas, con 19 años forma parte de la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie y demuestra, una vez más, el poder de la esperanza.
“No existe la razón que venza la pasión, las ganas de vivir”। No hay frase que amerite más para el momento que este fragmento de la canción “Aprender a volar” de Patricia Sosa.

Para Antonella Semaán el mal congénito que la privó de sus brazos al nacer no la despojó de la esperanza de seguir adelante ni de mantener una vida como cualquiera de los otros niños। Desde que era una beba de tres meses su mamá, Angélica, la llevó a realizar una terapia temprana para que aprendiera a usar sus pies como si fueran sus manos। Y así fue que de más grande comenzó a escribir, a tomar objetos, y a subsistir por sus propios medios con un único fin: superarse a sí misma y surcar los obstáculos que se le presentaran. Para ella no tener brazos queda en segundo plano cuando aparecen en escena sus habilidosos pies, con los que no sólo pudo realizar las tareas cotidianas, sino también que le permitieron descubrir su gran talento: pintar.

La relación entre Antonella y el lienzo comenzó desde muy pequeña, cuando apenas tenía siete años: “En realidad incursioné en la pintura por causalidad digamos. Fue cuando estaba buscando a alguien que tuviera la misma discapacidad física que yo y así fue como encontré la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie, de ahí en adelante, comencé a tomar la pintura como forma de expresión y un medio de trabajo hasta el día de hoy”.



Actualmente, a doce años de distancia de aquel recuerdo, esa niña que comenzaba a dar sus primeros pasos en la pintura quedó atrás y se convirtió en una cálida joven de 19 años que piensa, siente y expresa los matices de la vida a través de un cuadro. “Yo uso la pintura como algo que me puede sacar adelante cualquier tipo de sentimiento, ya sea de alegría emoción, cualquier tipo de tristeza, es decir, lo que realmente siente mi espíritu। Además de ser un trabajo lo siento como uno de mis mejores hobbies, lo que más me ayuda en la vida. Me gusta, y quiero expresarle a la gente, a través de mis cuadros, el mejor ánimo y trasmitirle buena energía para que todos estemos bien, para pálidas y grises estamos todos los días, expresó.

Si bien Antonella se especializa en dibujar paisajes de diferentes provincias del país, una de sus obras más reconocidas y destacadas es el retrato que realizó a pedido de la marca Nike, para la campaña Jogo Bonito, del jugador Carlos Tevez, el cual se presentó en La Boca en donde se hizo “el barrio bonito” y se expuso su obra en gigantografía que, luego, ganó el León de Oro en el Festival de Cannes 2006 como mejor publicidad en la vía pública.

Pero no sólo es reconocida por ese retrato। Durante el transcurso de su vida, la joven pintora generó un gran conocimiento público respecto de su arte junto a León Gieco, que la convocó para participar de un Salón Blanco diferente, en 2006, y allí comenzó la propuesta que consistía en que, en compañía de otras personas que utilizan la misma practica, realicen cuadros mientras el cantante interpreta sus canciones। Con el correr del tiempo, la idea de Gieco comenzó a crecer a pasos agigantados hasta que se emprendió la película “Mundo Alas” de la que Antonella participó.

La experiencia de exhibir sus trabajos durante los recitales de uno de los músicos más importantes del país significa algo muy importante para Antonella: “León Gieco es una gran persona que me dio la oportunidad de compartir escenarios con grandes artistas y de recorrer muchos lugares, le voy a estar agradecida siempre।”


A esta joven pintora aún le falta mucho por vivir y por andar। A punto de cumplir sus dos décadas y abandonar los 19, se encuentra promocionando en la 12º Convención Argentina de Pintura Decorativa la nueva edición de calendarios 2011, que realiza la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie. Allí, durante la exposición, mientras terminaba los últimos retoques de un paisaje, comentó sus objetivos para un futuro no muy lejano: “Me gustaría estudiar historia del arte como para saber más sobre todo lo que es la pintura acá en Argentina.”


Sin dudas, y a simple vista, Antonella pudo sobrellevar y romper exitosamente las barreras de una situación que para otras personas con su misma condición significaría la rendición total, ella es un claro ejemplo de las ganas de no caer ante la adversidad y seguir adelante. Y la de la irrevocable confirmación de que las esperanzas de continuar son mucho más fuertes cuando se tiene el privilegio de contar con el apoyo de toda una familia que no permite que se caiga, que la sostiene, y que le hace dar cuenta de que ella no requiere de dos brazos para ser feliz, porque tiene muchos más que están disponibles cuando así lo crea necesario.